martes, 30 de junio de 2009

Sokushinbutsu, o cómo convertirse en dios viviente muriendo

Éste es Tetsuryu-kai, una simpática "deidad viviente"


El término Sokushinbutsu literalmente significa convertirse en buda estando vivo, este término captura la naturaleza única del ritual. Que era reservado a unos pocos, los elegidos que trataban de preservar su carne en un doloroso y largo proceso de autodisciplina que convertía su cuerpo en un armazón medio muerto sin grasa ni fuerzas para moverse que prácticamente era sólo hueso y piel.
Este bizarro proceso en el que un ser humano se auto momifica es extremadamente lento y doloroso, podía durar de tres a diez años. El ritual ha variado durante los nueve siglos de los que se tiene constancia histórica, pero son 3 las etapas principales que no cambiaron y todas duran un periodo de 1000 días.

- La primera fase, consiste en un período de mil días donde el monje adopta una particular dieta de alimentos de que nutrirse. Comiendo pequeñas cantidades de harina de trigo, nueces, avellanas y nuez moscada, que el monje debe reunir del bosque donde vive. Esta dieta sirve para reducir la grasa corporal del ascético de manera drástica, debido a que la grasa se descompone más rápido después de la muerte, sólo reducciendo su nivel de grasa corporal al límite es capaz de evitar la descomposición. Esta etapa es crucial ya que si el monje la realiza bien aumenta considerablemente su camino hacia una momificación exitosa.

- La segunda fase, durante el segundo período de mil días, la dieta del ascético se vuelve aun más limitada, debido a que sólo se alimenta de raíces y de la corteza del pino. Físicamente el monje se ve más demacrado porque el agua y la grasa corporal de su organismo son casi nulas. En este débil estado y con una apariencia esquelética, el ascético se somete con fervor a largos períodos de oración y mantras cantadas. En esta etapa los efectos del té que el monje bebió hacen su efecto y la persona empieza a vomitar, sudar y orinar continuamente, por lo que reduce todavía más sus fluidos corporales, este aspecto es uno de los más importantes para la momificación debido a que el cuerpo del monje se vuelve venenoso para gusanos y escarabajos que tratarían de otra forma de consumir la carne del sacerdote después de su muerte.

- La tercera fase, finalmente el ascético que está severamente debilitado y padeciendo de un gran dolor físico por el veneno del té, entra en el último periodo de su camino sagrado. A partir de este momento se construye un refugio subterráneo tres metros bajo el suelo, y se hace un ataúd de madera con el espacio suficiente para que el monje pueda colocarse en posición de loto y continuar su meditación y mantras, al mismo tiempo que continua con su rigurosa dieta de raíces y cortezas de pino. El ascético continúa respirando por medio de un tubo de bambú, además de esto tiene una campana que suena una vez al día hasta que muere, en cuyo caso deja de sonar. Cuando la campana ya no suena los otros monjes retiran el tubo de bambú y entierran al ascético compañero por completo y esperan mil días más para desenterrarlo, si el ritual se realizó correctamente el cuerpo quedará incorrupto y no se descompondrá quedando momificado de forma "natural".
Cuando el cuerpo permanece sin presentar putrefacción ni ningún otro signo de descomposición el cadáver del monje es llevado a un santuario donde será reverenciado como un dios vivo. Tras obtener el estatus de deidad Buda, las momias eran llevadas al templo Kaikoji ubicado en la región Sakata durante la prefectura Yamagata, un lugar donde las generaciones de los monjes Ato San atienden a las momias con el respectivo cuidado. En este templo se encontraron dos Sokushinbutsu muy bien preservados, quienes en vida habían sido los monjes ascéticos Chukai y Enmyokai, y comparten una urna de vidrio. Sorprendentemente este dúo de dioses permanecen sentados en la misma posición en la que fueron enterrados en 1755 y 1822 respectivamente y están en la dirección de la montaña sagrada Dewa Sanzan lugar donde hicieron su peregrinaje.
A diferencia de las momificaciones conocidas, se sabía que no se usaban métodos para este proceso. Pero cuando los investigadores descubrieron que los órganos internos de las momias de Honshu estaban intactos se quedaron estupefactos.
Este proceso de auto momificación no era nada confiable y seguro, porque los cuerpos se descomponen por numerosas razones. Por ello los monjes que fallaban al transformarse en Sokushinbutsu, eran enterrados en una tumba ordinaria, aunque si recibían respeto y admiración por intentarlo. En la actualidad se desconoce cuantos monjes cumplieron exitosamente este ritual, los textos de los templos revelaron que muchos sacerdotes fallaron en su auto momificación. Este proceso fue prohibido en 1909 durante el gobierno Meiji, un gobierno que mantuvo una fuerte campaña nacional a favor de los sintoístas, la religión autóctona de Japón.

El misterio del porque la importancia del templo Dainichi ubicado dentro de las montañas de Dewa Sanzan, para lograr completar el ritual de momificación fue revelado científicamente. De acuerdo a las leyendas, los monjes que hacían su ritual en las partes bajas de la montaña por el Monte Yudono, debían su éxito a la residencia de los dioses o Kami del sector y a una de las fuentes de esta montaña, que poseía poderes místicos, y que beber de su agua era reservado sólo para los monjes que buscaban convertirse en Sokushinbutsu. Las pruebas científicas que se hicieron al agua de esta fuente demostraron altos niveles de arsénico, un químico altamente venenoso, y que al ser ingerido produce fallos en los órganos y la muerte de las células del cuerpo, sin embargo es un preservante muy fuerte. Por esta razón los monjes que bebían de la fuente del Monte Yudono tenían una mayor probabilidad de completar su misión y convertirse en Sokushinbutsu.
Estas aguas se usaban para elaborar el té de la savia del árbol urushi que se consumía en la segunda etapa, este té es en si un veneno que causaba deshidratación y convertía el cuerpo del monje en un amasijo de piel y huesos, además provocaba que su cuerpo fuera venenoso por lo que se evitaba que gusanos y otros carroñeros se alimentaran de su cadáver del monje. El bajo nivel de grasa corporal hacía el resto, evitando la descomposición y olores que atraían a moscas e insectos.
Las montañas de Honshu pueden ser vistas desde la costa norte del mar de Japón, en esta zona hay un pequeño templo budista, donde se encuentra Kochi, el catorceavo Sokushinbutsu, quien está protegido por un santuario de vidrio y es reverenciado como una deidad, pero que en el año de 1363 era un sacerdote que practicó el ritual de momificación a la edad de 66 años, cuyo proceso efectivamente es padecer hambre por varios años hasta casi morir antes de ser enterrado vivo. Varios fueron los monjes que intentaron seguir el camino de la inmortalidad, un sendero que les permitiría convertirse en Buda.
El cuerpo de Kochi es tal vez el más antiguo de este ritual, en la actualidad está bien preservado, sus dedos son similares a garras torcidas hacia adentro y la piel de su cara no posee grasa por lo que está bien templada. Kochi viste sotanas ceremoniales mientras está sentado en la posición de flor de loto. En el siglo XIX Kochi fue inmortalizado nuevamente en la novela de Bokushi Suzuki Snow Country Tales, publicada en 1841 y se volvió bastante famoso.
Las raíces históricas de esta tan inusual práctica, empiezan con la secta Shingon, la cual era una escuela Budista aficionada al esoterismo. El templo Saishoji se estableció durante el siglo IX, la disciplina y estudio que la escuela promovía combinaba un largo ritual de ermitaño acompañado por un extremo ascetismo. Existen por lo menos dieciséis Sokushinbutsu que culminaron su entrenamiento para momificarse. Los sacerdotes que se dedicaron a esto lo hicieron con el propósito de asistir a sus comunidades y alcanzar la iluminación.
Existen varias especulaciones sobre el origen de esta práctica, la fuente más común es que el fundador de la escuela Shingon, el maestro Kukai trajo estas enseñanzas de Tang China como parte de la disciplina secreta tántrica que él había aprendido y que ahora China las había olvidado.
Todavía permanece como un misterio el porque estos sacerdotes se sometían a tan riguroso ritual. Los seguidores del budismo esotérico de por sí ya vivían vidas de plegarias, ascetismo y peregrinaje, por ello un ritual de muerte sería la culminación y la razón de su existencia. El sacrificio y dedicación de estos monjes era siempre para el beneficio del resto de pobladores de su área ya sea para prevenir sequías y enfermedades dentro de su comunidad. Los monjes creían que sus muertes aliviarían el sufrimiento del resto de la población. Un ejemplo claro fue cuando muchos de los Sokushinbutsu se arrancaban su ojo para evitar propagar una enfermedad de la vista al resto de la pueblo.
En la actualidad se conocen 28 Sokushinbutsu en Japón que consiguieron su inmortalidad por un periodo de nueve siglos. El primer caso se dio en 1081 y el último registrado data de 1903, la mayoría de estas momias pueden ser vistas y encontradas en los templos del norte de Honshu. Aunque no todas son momias Sokushinbutsu, hay casos de momificaciones estándares como la momia de Yasuhira Fujiwara en el templo Chusonji, cuya cabeza fue decapitada a golpes de espada después de su muerte.
Los templos están esparcidos por toda la región de las montañas sagradas en Yamagata central, sin embargo la ubicación de estos templos no es resguardada ni protegida, un ejemplo es la momia de Tetsuryo-kai que esta en los suburbios de Tsuruoka. En otras instancias las momias se encuentran en barrios budistas y en santuarios de Shinto ubicados en la pequeña ciudad de Sakata. En muchos casos no hay tanta conmoción debido a estas momias, a excepción del famoso templo Dainichi que no es muy concurrido, pero no se pueden ver las momias, sólo si se hace el pedido correcto se puede apreciar al dios Buda. Aunque la mayoría de los Sokushinbutsu son desconocidos e incomprendidos por su título, en el Japón muchos de sus habitantes no están al tanto con la existencia de estas auto deidades. Las momias disfrutan de un anonimato en los oscuros templos donde residen, escondiendo su extraordinaria historia en las montañas del Japón.

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