lunes, 29 de junio de 2009

Huye, pececito... si puedes

Te cacé


Esta pequeña y simpática serpiente acuática ha encontrado una forma de sobresaltar a su presa de forma que ésta termina "escapando" hacia las fauces de su depredador cuando cree que está huyendo. Además, la reacción del pez es tan predecible que el ofidio realmente se límita a colocarse en la posición donde se situará la cabeza del pez en lugar de seguir su movimiento.
"Yo no he sido capaz de encontrar datos de ningún otro depredador que exhiba una habilidad parecida para influir y predecir la conducta de sus presas", declaró Kenneth Catania, profesor asociado de biología en la Universidad Vanderbilt, que ha empelado cámaras de vídeo de alta velocidad para descifrar en dectalle esta peculiar técnica de caza. Sus observaciones se publican en la edición digital anticipada del próximo número de la revista Proceedings.
Catania estudia los cerebros y conductas de especies con especializaciones extremas. Se vió atraido por la serpiente de tentáculos porque es la única culebra que está equipada con un par de pequeños tentáculos en su nariz. Los movimientos grabados se reducen a sólo unas pocas centésimas de segundo y resultan demasiado rápidas para el ojo humano. Sin embargo, la reacción de la presa es incluso más rápida aunque en este caso sólo le sirve para caer antes en las fauces de su atacante.
Estos estudios han encontrado que muchos peces tienen un circuito especial en sus cerebros que desencadena la huida. Los oídos de los peces sienten la presión del sonido en cada lado de su cuerpo. Cuando un oído detecta una alteración, envía un mensaje a los músculos haciendo curvar el cuerpo para salir en dirección opuesta al peligro. Sin embargo, con esta especie de serpiente, el investigador descubrió tras 120 observaciones en cuatro ejemplares diferentes, que un 78 por ciento de las presas hacían lo contrario: 'huían' hacia su atacante. Catania se dió cuenta de que la primera parte del cuerpo que mueve la serpiente no es la cabeza, sino la zona intermedia de su cuerpo, produciendo unas intensas ondas sonoras capaces de interferir la respuesta del pez justo en el sentido que propicia su captura.

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